viernes, 20 de noviembre de 2009

de chicos (2005)

Abrimos el silencio de Mauro con una ganzúa de plata.
Petrificamos en un cuadro el grito ensordecedor de Juana.
Jugamos a la mancha venenosa con Mauro, Juana y Sofía.
Leimos a Morina en un ascensor que babaja al cuarto cielo.
Corrimos tu nombre hasta que te irritaste.
Cocinamos tus mejores veces más felices con cebolla (y Celeste lloró) luego las fumamos con mucha algarabía.
Perdimos a Sofía jugando a las escondidas. Nunca la quisimos encontrar.
Morina se aburrió del cuarto cielo porque todos los jueves repetían el mismo número, y se filtró en el tercer infierno de la imaginación de Yulia cuando cumplía sus 46, allá por el 50.
Juana permaneció colgada con su grito en el museo y Mauro,
Mauro acaba de irse.

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